El volumen elevado y regular, o la rotación de los factores de pro- ducción, necesario para alcanzar y mantener las economías potenciales de escala y de diversificación raramente podía conseguirse mientras el flujo de bienes dependiera de la energía suministrada por el caballo, el hom- bre, el viento y las corrientes, y mientras su regularidad fuese obstaculiza da por las variaciones de heladas, sequías, vientos y mareas. Por lo tanto, o anterior a la aparición de los ferrocarriles y el telégrafo el medio sig en aunque el volumen total de bienes producidos, transacciones realizadas y el tamaño y la escala de las número de empresas aumentó enormemente fue operaciones industriales continuaron siendo pequeños. Las empresas ron especializándose progresivamente, casi siempre desarrollando una sola función, producto o servicio en una sola área geográfica. Casi todas continuaron siendo sociedades, cuyos socios dirigian las empresas de las que eran propietarios. En consecuencia, el número de directivos a sueldo en 1850, excepto en el caso de los capataces de plantaciones, era todavia escaso. Los propietarios dirigían y los directivos eran propietarios El ferrocarril proporcionó la tecnologia, no sólo para transportar un volumen de bienes sin precedentes a una velocidad nunca vista, sino también para hacerlo de un modo rigurosamente programado, es decir según un programa expresado no en términos de semanas o meses, sino de días incluso de horas. Y el te égrafo hizo posible, por primera vez en a historia, comunicaciones casi instantáneas entre puntos distantes. Con todo, este nuevo sistema continental de transportes y comuni- caciones no podía crearse de la noche a la mañana. La construcción de las nuevas redes a escala nacional, el desarrollo de las capacidades organi zativas de las empresas que ofrecían estos transportes y comunicaciones y la instrumentación de los acuerdos esenciales entre las diversas compa- ñías requirieron más de medio siglo